Se habrá dicho no sé cuántas veces, ?un libro encuentra a su lector?. El viejo Ezra Pound sentenció alguna vez: A un libro se le conoce, conociendo a quienes lo leen. Esto de cierto modo emparenta en intensión e intensidad con La piedra y el exilio, donde el verso se teje libre y sereno. Natural, como si fuera silbido de viento que sacude y da calma; pues, pocas veces son las que un lector llega a mirarse ya no de frente sino en lo profundo del verso que lo habita, sucede entonces lo mágico, el libro reclama su lectura. Esto que cuento se da precisamente con el encantamiento entre el lector y el libro.