Un día, Agustín hace enojar a Sofía y, a la hora del recreo cada quien se va por su lado. Sofía se aburre mucho, nada le parece tan divertido como jugar con Agustín, hasta que se encuentra unos caracoles que le llaman mucho la atención. Divertidos con los animalitos, Agustín y Sofía hacen las paces sin darse cuenta.