En México, las entidades de naturaleza comunitaria articulan la red fundamental a la que debemos una parte muy importante de nuestra estabilidad y nuestro dinamismo: el estado de Guerrero es uno de esos espacios. Las prácticas rituales que sus habitantes desarrollan poseen estructuras precisas, cargadas de referencias incuestionables para sus miembros y de las pautas que dan sentido a sus vidas. Las fiestas de Guerrero construyen a las comunidades, las configuran y delimitan, les dan cohesión. Este número se dedica a redescubrir estas manifestaciones asombrosas, tratar de comprenderlas y, sólo así, valorarlas.