Estar destinada a convertirse en la fuente de alimentación sobrenatural de otra persona no es precisamente algo genial, sobre todo cuando la «otra mitad» de Alexandria parece seguir a todas partes. Seth está en la sala de entrenamiento, a la salida de sus clases y hasta en su habitación. Y eso no es agradable. Su conexión tiene algunos beneficios, como mantener a raya las pesadillas del trágico enfrentamiento con su madre, pero no afecta a lo que Alex siente por Aiden, un sangre pura y prohibido. O a lo que él está dispuesto a hacer (y a sacrificar) por ella. Cuando los daimons se infiltran en los Covenant y atacan a los estudiantes, los dioses envían a las furias, diosas menores decididas a erradicar cualquier amenaza contra los Covenant y los dioses; y eso incluye al Apollyon... y a Alex. Y si por eso -y las hordas de los monstruos succionadores del éter- no fuera suficiente, una misteriosa amenaza parece dispuesta a hacer cualquier cosa por neutralizar a Seth, aunque eso signifique someter a Alex a la servidumbre... o matarla. Cuando los dioses están implicados, algunas decisiones jamás se pueden revertir.