La hora de la comida era un verdadero desafío. Cada cosa que yo no quería se la pasaba por debajo de la mesa a Elisa, quien la tragaba llena de gusto porque no solo ayudaba a cumplir mi pacto, sino también el suyo. Lo que al principio no saben estas gemelas es que alterar sus hábitos alimenticios para cumplir un pacto les hará mucho daño, pues ser comedora compulsiva o anoréxica no es un juego. Solo la atención médica y el apoyo de sus padres las ayudará a salir adelante.