¿El más estimulante novelista europeo en activo? ¿Un provocador profesional? ¿Un moralista disfrazado de pornógrafo? ¿Un farsante camuflado de nihilista? ¿Un genio incómodo? ¿Un escritor rabiosamente lúcido, virulento y sardónico? ¿Un fustigador inclemente de la sociedad occidental? Lo que está claro es que Michel Houellebecq no deja a nadie indiferente. El lector encontrará aquí reunidas sus tres primeras novelas, que lo lanzaron al estrellato literario y lo situaron en el centro de la polémica, donde sigue instalado. Las tres están protagonizadas por seres desnortados y resentidos, náufragos aletargados de la sociedad de consumo. El personaje central de Ampliación del campo de batalla es un ingeniero informático depresivo que lleva dos años de castidad; Las partículas elementales confronta a dos hermanastros cuarentones: una suerte de monje científico que ha renunciado a la sexualidad y un profesor de literatura consumidor compulsivo de pornografía; Plataforma, por su parte, está protagonizada por un funcionario parisino apocado y apático, que se va de vacaciones a un paraíso del turismo sexual y acaba montando un negocio relacionado con el asunto mientras busca el amor puro... Tres visiones o mejor autopsias feroces y sarcásticas de la decadencia de Occidente. «Houellebecq juega con fuego y lo sabe. Escribe de lo que duele, de lo que irrita. Escarnece a la vez el buen gusto y el orden moral... Un auténtico novelista» (Jérôme Garcin, Le Nouvel Observateur); «El hombre lobo de las letras francesas, un hombre que hinca los dientes, feroz, a todo lo que se mueve» (Rodrigo Fresán); «De lejos el mejor escritor francés de hoy y uno de los tres o cuatro mejores de Europa» (Santiago Gamboa, El País); «Uno de esos escritores cuya obra resume una época e imprime un giro a la historia de la literatura» (Benoît Duteurtre); «Atleta del desconcierto, experto en nihilismo, virtuoso del no future: Michel Houellebecq» (Pierre Assouline, Lire); «Insolente y políticamente incorrecto» (Julian Barnes).