El primer relato de este insólito volumen es una exclamación canina cuya brevedad aborta cualquier comentario. Pasemos, pues, al segundo. El segundo relato de este insólito volumen es la larga odisea de cuatro individuos que recorren los procelosos mares de la noche en busca de una ítaca imposible o, tal vez, simplemente quimérica. Tanto, al menos, como la vida misma. Estamos en vísperas del día que la liturgia civil de nuestro tiempo dedica a las madres, esos dechados de bondad, esas impecables abstracciones.