¿Existe un estilo femenino de liderazgo? ¿Es distinto al masculino? ¿Qué ventajas tiene que una organización, una empresa, un país dependan de una mujer? Cuando una mujer asume situaciones de poder, una serie de habilidades que tributan a una mirada sistémica de la realidad, y a una forma genuina de relacionarse con las personas, hacen su estreno. Junto a la capacidad de tomar decisiones audaces, y lejos del prejuicio del sentimentalismo, el cuidado por los equipos, la empatía con el contexto, la tendencia a compartir y no disputar el poder, el afán por la colaboración y las estructuras horizontales, no jerárquicas ni autoritarias, le dan cuerpo y alma a una impronta donde lo femenino exhibe sus mejores atributos. En un relato vívido y documentado, Tatiana Camps, consultora experta en transformación organizacional, revela cómo, muchas veces sin ser conscientes de esas habilidades, las mujeres que las cultivan encabezan compañías exitosas, flexibles e incluyentes. No es que todas las mujeres lideren así o que este estilo excluya a los hombres, dice la autora. Pero si lo femenino logra imponerse, las opciones de prosperar ante la vulnerabilidad de nuestros tiempos se multiplican. La pandemia que estamos dejando atrás es la prueba más reciente.