Que Rin superase el Keju (una prueba para encontrar a los jóvenes con más talento del imperio) sorprendió a todo el mundo: a los oficiales que realizaron la prueba, que no podían creer que una huérfana de la Provincia del Gallo pudiera superarla sin hacer trampas; a los tutores de Rin, que pensaban que podrían casarla y seguir con sus labores delictivas; y a la propia Rin, que se dio cuenta de que al fin se había librado de la servidumbre y la desesperación que marcaban su día a día.