La impúdica confesión de Thomas Spencer interpela al lector sin tregua y nos obliga a ver la naturaleza del poder en toda su crudeza a través de la historia del mayor de los canallas. Un audaz cambio de registro en el que Julia Navarro, autora de Dime quién soy y Dispara, yo ya estoy muerto disecciona la ambición, la codicia y el egoísmo del ser humano. Impactante y desgarradora, éste es un relato descarnado, en primera persona, de una personalidad compleja y destructiva, cuya mayor satisfacción consiste en arrebatar la felicidad a quienes le rodean, incluidos aquellos a los que ama. Soy un canalla y no me arrepiento de serlo. He mentido, engañado y manipulado a mi antojo sin que me importaran las consecuencias. Sé lo que hice y siempre supe lo que debí hacer. Thomas Spencer sabe cómo conseguir todo lo que desea. Una salud delicada y su aspecto envejecido son el precio que ha tenido que pagar, pero en su carácter no hay espacio para lamentaciones. Sin embargo, desde su último episodio cardíaco, una sensación extraña se ha apoderado de él y en la soledad de su lujoso apartamento de Brooklyn, se suceden las noches en que no puede evitar preguntarse cómo habría sido la vida que conscientemente eligió no vivir. El recuerdo de los momentos que le llevaron a triunfar como publicista y asesor de imagen, entre Londres y Nueva York en los ochenta y noventa, nos descubre los turbios mecanismos que en ocasiones emplean los centros de poder para conseguir sus fines. Un mundo hostil, gobernado por hombres, hecho a medida de quien sabe saltarse las normas y aprovecharse de los más débiles, en el que las mujeres se resisten a tener un papel secundario.