En el escenario opresivo de un escarpado, oscuro y ventoso paisaje rural de la Inglaterra victoriana, entre las cumbres borrascosas que simbolizan el agitado mundo interior de los protagonistas, Emily Bronte situó la imposible relación entre el joven Heatcliff, de origen humilde, y la adinerada Catherine Earnshaw. Rechazado y humillado por su baja clase social, obligado a renunciar al paraíso, Heatcliff se rebelará contra su destino con el poder de un ángel caído que se rebela contra Dios, consagrando su fuerza y su energía salvaje, implacable, a destruir esos valores tradicionales y eternos que le han sido negados: «He vencido a mis antiguos enemigos y ahora puedo, si quiero, completar mi venganza en sus descendientes». Amor y odio en su máxima expresión, atracción fatal y deseo de venganza, pasiones románticas y caracteres arrebatados y escindidos en el eterno combate entre la realidad y el deseo, tal es la esencia de esta grandiosa novela, una de las obras cumbres de la narrativa universal y tal vez el ejemplo más aquilatado de la novela romántica.