Chapeo presenta, en un Caribe lleno de superposiciones, un cuerpo al que la Historia quiso haber encerrado en sí mismo, el cual se abre mientras recorre un Santo Domingo contemporáneo: ahí toca la inteligencia barrial dominicana al mismo tiempo que entra en combustión. Entre el dembow y el neoperreo, cuerpx-negrx-travesti se transforma en un dispositivo espiritual para que luases y metresas se expresen a través suyo; mira de frente a la economía y al sistema, y despliega un deseo que, como apunta Iki Yos Piña Narváez en el prólogo, conecta con todos los "cuerpos que no encajan con la eurosomateca [], en el Caribe donde ocurrió la fundación de la historia del dolor". El chapeo, esa palabra y acción infinita, aquí es otra cosa. Esta novela está escrita como el rizoma caribeño, como una expresión que arrebata el aparente orden para moverlo todo, como un huracán.