Ni ruinas contempladas ni paraísos perdidos: la voz que canta en Celebración se escucha luminosa y libre de culpas y melancolías. Una escritura que parte desde cero, consciente de que la memoria se borra y el olvido se trabaja, hacia una reconstrucción personal y colectiva. Gonzalo Hermo se revuelve contra la nostalgia y festeja la vida y la poesía en su finitud, en su apertura a los cambios, en su condición salvaje. El jurado del Premio Nacional de Poesía Joven destacó de Celebración "la apuesta por abrir nuevos caminos para la expresión poética, apuntando un lenguaje arriesgado e innovador, en este libro que trata sobre la memoria y el olvido, sobre la necesidad de construir sobre las ruinas, de romper el círculo y avanzar a pesar de todo".