Gilles Clément ha escrito un recorrido por la historia del jardín que parte de sus significados más profundos y atávicos; un libro breve y delicioso que nos conecta con los sentidos que, desde nuestra condición de seres humanos, le hemos ido dando a la naturaleza domesticada. El primer jardín es un cercado. Conviene proteger el bien preciado del jardín: las hortalizas, las frutas; luego las flores, los animales, el arte de vivir todo aquello que, a lo largo del tiempo, se presentará siempre como lo mejor []. La noción de mejor, de bien preciado, no deja de evolucionar. La escenografía destinada a valorar lo mejor se adapta al cambio de los fundamentos del jardín, pero el principio del jardín permanece constante: acercarse lo más posible al paraíso.