Como si fuera una larga serpiente de color tierra, el río Amazonas se adentra en la gran selva. A su paso, el agua llena de vida todo lo que toca y la cuenca crece salvaje y arrebatadora. Millones de tonalidades verdes configuran la selva tropical más rica del planeta. Animales fantásticos, plantas poderosas y pueblos ancestrales conviven en armonía y celebran el simple y enorme privilegio que supone la vida. En la selva del Amazonas, la naturaleza es sagrada y sus inexorables leyes son las encargadas de ordenar, con gran sabiduría e inteligencia, los maravillosos seres que allí habitan.