DIANE E. PAPALIA, GABRIELA MARTORELL
Una sola célula se divide una y otra vez, de manera concertada y organizada; de ello, nace un individuo único, que respira y llora, y cuya vida empieza a verse influida por el mundo que la rodea. Los bebés crecen y se convierten en niños; luego en adolescentes y, después, en adultos. No es sino hasta que el corazón deja de latir y las neuronas del cerebro dejan de emitir descargas que nuestra historia llega a su fin. Desde el momento de la concepción, los seres humanos emprendemos un proceso de cambio que continúa durante toda nuestra vida.